A mediados del siglo XX, entre los años 1947 y 1956, un pastor beduino encontró por casualidad uno de los mayores hallazgos arqueológicos de la época: los Rollos del Mar Muerto. Estas escrituras religiosas antiguas contenían grandes secciones de la Biblia en el idioma hebreo, y estaba escondidas en una cueva en Qumrán, Westbank, Israel. Ahora bien, entre la diversidad de escritos religiosos se encontraba uno muy diferente y particular.
En vez de ser de papiro, como todos los demás, el material usado fue el cobre. Además, no contenía información religiosa, sino que en él se podía leer una lista enigmática con las ubicaciones secretas de tesoros ocultos.
Para el año 1956, el filólogo inglés John M. Allegro comenzó a elaborar un
descifrado del guion presente en el Rollo de Cobre del Mar Muerto. Fue él quien
reconoció en la hoja de metal una especie de lista misteriosa que contenía
las ubicaciones secretas de varios tesoros ocultos.
Lejos de ser un manuscrito religioso, este rollo hacía referencia a unos 64
lugares donde se habían escondido varios tesoros con un valor equivalente
a 200 mil millones de dólares. El rollo menciona el lugar exacto y la cantidad
de dinero en talentos que se habían ocultado.

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