martes, 29 de diciembre de 2020

LA MUERTE DEL DINERO



 <<Un colapso económico es inevitable y vendrá de golpe sin avisar. Será mayor que el crac de 1929 y no habrá colas para recibir ayuda social, ni donativos no pensiones, ni seguridad social.


Puede que no tengas trabajo al que ir pero, suponiendo que lo tengas, no cobrarás ni un céntimo. Cuando llegue el desastre, nuestra sociedad se reducirá al comercio y al trueque por un lado, y al pillaje, al canibalismo y al asesinato por otro>>. Con tal dramatismo se expresa el analista sociológico Dave Hodges, en la actualidad presentador del programa The common Sense Show. Sin embargo, por alarmista que pueda parecer, se apoya en datos macroeconómicos reales, sobre todo lo relativo a las reservas de oro y al valor del petrodolar. Recordemos que países como India, China, Irán, Japón, Sudáfrica e incluso Australia han firmado sus propios acuerdos de comercio y la moneda para sus transacciones ya no es el dólar. Ese es uno de los motivos que pueden propiciar el citado derrumbe, pero hay muchos más como la bajada espectacular del precio del crudo, creciente desmoronamiento de la economía rusa, etc.


Cuando los precios se desbocan en ocasiones no tarda en instalarse el caos social, generalizarse la violencia e incluso llevar a genocidio. La historia está llena de ejemplos.


Para este prestigioso analista, <<el derrumbe del dólar y del sistema monetario es real. El sistema monetario internacional se derrumbó tres veces en el siglo pasado -1914, 1929 y 1971-.  


El escritor James Rckards aconseja a los inversores que estén alerta a los indicadores y avisos en el sendero de la economía sobre todo ahora en tiempos de pandemia. Hay al menos siete signos que puede servirnos de guía. El primero sería el precio del oro. << Aunque esté manipulado por los bancos centrales, cualquier alteración en el precio del oro será una señal de que se está desintegrando el esquema de la manipulación. Un rápido ascenso del nivel de 1,50 dólares/onza a 2,50 dólares/onza no será una burbuja, sino más bien una señal  de que el pánico físico por comprar y de que las operaciones oficiales no están produciendo el efecto amortiguador deseado. Por el contrario, si el oro se mueve a nivel de 800 dólares/onza a algo menos, será clara señal de deflación grave, potencialmente devastadora para los inversores apalancados en toda clase de activos.


Además de lo anterior, no hay que olvidar la continua adquisición de oro por parte de los bancos centrales chinos, un claro aviso de su <<desprecio>> por el dólar y presagio de inflación. Pero aquí no termina todo. Debemos prestar atención a las reformas gubernamentales del Fondo Monetario Internacional (FMI), a la reducción sostenida en Estados Unidos de la adquisición de activos japoneses, que darán a la deflación un nuevo impulso y suprimirán los precios y crecimientos de los activos. 


Aunque en principio el grado de interconexión financiera de China con el resto del mundo pueda considerarse sobre todo una cuestión <<local>>>, Rickards recuerda que <<las secuelas de tal derrumbe supondrían una reanudación de los esfuerzos chinos para capitalizarse o incluso devaluar el yuan en los mercados extranjeros de divisas para promover las exportaciones, crear puesto de trabajo y restaurar la riqueza perdida en el colapso. A corto plazo, esto resultará deflacionista, ya que los productos chinos infravalorados inundaran de nuevo las cadenas de suministro global. A largo plazo, la deflación china se topara con la norteamericana y la japonesa, ya que ambos países acuñan dinero para compensar cualquier repercusión en el yen y el dólar.


Entonces la guerra de divisas se reactivará a pesar de que nunca se había terminado>>.


Rickards nos aconseja comprar oro, terrenos, fondos de cobertura invertidos en activos fuertes y obras de arte: <<Es el momento de cambiar el dinero por objetos cuyo valor no se devaluará en tiempos de crisis para las divisa mundiales.


De todas esas cosas la que mejor ha sobrevivido a diversos avatares ha sido el oro. Y parece que va a seguir sobreviviendo. Rickards insiste: <<Los bancos van a quebrar, la bolsa va acerrar y se producirán otros eventos nefastos, pero ninguno tendrá mayor impacto en el valor intrínseco de oro. El oro es el verdadero activo libre de riesgo, hay que regresar a él>>.