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sábado, 17 de octubre de 2020

ROBOT EN EL ÁREA 51

 


Recientemente, un hombre llamado Scott C. Waring ha compartido una publicación en su blog en la que asegura que en las instalaciones de la base militar estadounidense del Área 51 hay un robot que mide 15,8 metros de altura. Waring, que se presenta como un experto en el ámbito de los avistamientos de alienígenas, ha descubierto una silueta con forma humanoide a través de la vista de satélite de Google Maps.


“Cuando comprobé fotos anteriores de esa localización, me di cuenta de que la figura cambia de posición hacia el lado. Cambia de pose en cada foto. Y es que realmente se mueve”, afirma Waring en su blog.

Como era de esperar, no ha habido ningún tipo de respuesta por parte del Ejército de Estados Unidos ni de ningún organismo oficial. Para los más curiosos, la silueta se puede ver en Google Maps con las coordenadas 37°13’26.3”N 115°49’02.4”W.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Los ojos que miran al cielo






Éste es uno de los nombres aborígenes de la isla de Pascua. Una alusión a los ojos de coral con los que estaban dotados los moais, esas figuras pétreas que han dado a esta isla una fama universal. Su función era de captar el mana, la energía procedente de ciertas estrellas, que se acumulaba en las plataformas de los moais y otorgaba a los iniciados los màs diversos poderes. Muchos moais miraban originalmente hacia donde sale o se pone el sol en los solsticios o equinoccios, y otros a estrellas como las Pléyades o el cinturón de Orión. Exactamente los mismos puntos hacia los que orientan miles de monumentos megalíticos y otras construcciones  distribuidas por todo el planeta, cuya función sería conectar la energía estelar con la terrestre. Y en todas estas culturas encontramos tradiciones similares, que otorgan importancia excepcional a esto alineamientos cosmo-telúricos y al conocimiento preciso de las rutas estelares, relacionadas con sus míticos ancestros y que debían seguir los iniciado durante su viaje al más allá.

 Así, Katherine Routledge, autora de la primera investigación de las tradiciones pascuenses, descubrió mapas estelares grabados en dos rocas desde las que algunos aborígenes observaban las estrellas. Éstos también la condujeron hacía la cueva donde los antiguos sacerdotes enseñaban a sus aprendices la ubicación de las constelaciones y del camino de las estrellas. Sus hallazgos fueron refrendados por otros pioneros en el estudio de la isla, como Henrry Lavachery, quien sostuvo que en Pascua existió una hermandad de sabios que estudiaban las estrellas y enseñaban a los iniciados los peligros de los astros, desde una cueva secreta. Pero, tras ser derrotados los orejas largas, la sabia élite que levantó los moais, muchos fueron derribados y sus ojos arrancados, para privarles de su poder, y esta hermanda fue sustituida por otra que se hizo con el control del mana. Entonces, una maldición sumió la isla en la decadencia, perdiéndose su ciencia sagrada y reduciéndose brutalmente su población.

Lo peor de todo, fue el olvido de la función que la isla y sus moais habrían cumplido a la que alude la denominación maorí de Pascua. Ombligo del Mundo. El misterioso nombre que reciben Dellos, Cuzco, Jerusalén y otros lugares sagrados, construidos en torno a una piedra caída del cielo. Según investigadores como Tompkins, todos ellos formarían parte de una red energética planetaria, constantemente interconectada, que jugaría un importante papel en el equilibrio cósmico.

domingo, 12 de agosto de 2018

La Iglesia prohibida de Etiopía







Todo mundo sabe donde está y no parece que sea un edificio especialmente vigilado, pero lo cierto es que estamos ante uno de los lugares prohibidos más evocadores del mundo.

La iglesia de Santa María de Sión, en Aksum, Etiopía, es el lugar en el que la tradición cristiana copta del país, y las investigaciones independientes de diversos historiadores y expertos, hace recalar la mítica Arca de la Alianza, uno de los objetos sagrados más poderosos del mundo, construido por Moisés y su gente siguiendo las indicaciones directas de Yahvé. Allí llego, tras diversas vicisitudes, a través de Menelik I, hijo del mítico Salomón y la reina de Saba según un relato que recoge una tradición milenaria. Un guardián ciego, según la creencia como consecuencia del poder del Arca, es el único que tiene contacto con ella.

Esta casta de elegidos, el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa y poco más, son los que han visto la codiciada reliquia que en la ficción buscó Indiana Jones y que hace unas décadas anhelaron poseer los nazis. Una réplica es sacada en procesión cada 17 de enero y copias de la misma existen en diferentes iglesias etíopes para distraer a los cazatesoros. Pero la verdadera parece estar prohibida para la inmensa mayoría de los mortales. Aunque el máximo dirigente del culto aseguró años atrás que la mostraría al mundo en un museo, la propuesta no ha cristalizado hasta el momento, y algunos hablan de que esto podría ser una acción de dobles filo y seguridad del Arca de la Alianza.

sábado, 11 de agosto de 2018

ZATO: Las ciudades secretas de Rusia






Es bastante probable que los Complejos Administrativos Territoriales cerrados de la antigua unión Soviética hayan sido durante medio siglo, los lugares más secretos y prohibidos de nuestro planeta. Bajo este singular apelativo que de condensa en su versión rusa bajo las siglas ZATO se esconden las conocidas como ciudades secretas o ciudades cerradas, espectaculares urbes localizadas en los territorios soviéticos más inhóspitos, remotos, improductivos, o ambientalmente hostiles como Siberia, y en lo posible, inaccesibles por razones geológicas como los montes Urales. También podía erigirse una de estas ciudades en una región donde existía una fuente concreta de recursos naturales, como por ejemplo, un yacimiento mineral. A pesar de que comenzaron a crearse al final de la II Guerra Mundial, especialmente cuando el mundo y el poder se fragmentaron en dos grandes bloques en continua pugna, las ciudades secretas no existían para Occidente, no aparecían en los mapas, por lo tanto nadie podía visitarlas.

En ocasiones, en función de las actividades que se desarrollan tras su vigilado y armado perímetro, se permitía el acceso con escrupulosos permisos a familiares de quienes las habitaban, que en su mayoría era el personal y las familias de quienes allí trabajaban. A finales de los años ochenta y con más transparencia en las década de los noventa del siglo pasado, tras la desestructuración de la URSS, el gobierno ruso comenzó a hablar a regañadientes de las ZATO, reconociendo la existencia de casi un centenar. Es posible que varias docenas más permanezcan siendo secretas y que tardemos mucho en conocer la localización que tuvieron y las funciones para las que fueron creadas; funciones que incluso hoy pueden estar desarrollando. 

En lineas generales una ciudad podía ser secreta por dos motivos muy diferentes: el primero tenía que ver con la vulnerabilidad territorial de la zona, es decir, por una cuestión logística y de seguridad nacional, como sucedía con una frontera. El segundo, el que aquí nos interesa, estaba conectado con las actividades industriales, científicas y militares que llevaban a cabo. El desarrollo de avances científicos en todas áreas imaginables, la investigación nuclear, la tecnología militar y el espacio. Todo ello se gestaba en las ciudades secretas, muchas de ellas provistas de centrales nucleares que las abastecían enérgicamente. Precisamente a mediados de los noventa el riesgo de que se desencadenara otros Chernobyl en estos enclaves en decadencia motivó que se declarará la existencia de muchos de ellos y que se llevaran a cabo proyectos de reconversión industrial encaminados a permitir la entradas de empresas y de otras naciones. Durante décadas entrar en una de estas urbes ubicadas en Rusia, Ucrania o Estonia, que en conjunto llegaron a contar con millones de habitantes que vivían algo mejor que el resto de los soviéticos, en una peligrosa odisea que debía contar con el visto bueno del NKVD, de su heredero el temdo KGB y hoy en día la versión actual del servicio secreto ruso.

Una de las más conocidas es sin duda Zviozdni Gorogok, la ciudad de las estrellas, a 25 km al noreste de Moscú cerca del mítico enclave donde entrenaban los cosmonautas rusos. Los héroes del espacio soviéticos salieron de allí y hoy día trabajan también de forma confidencial aunque en coordinación con EEUU y otras naciones en el entrenamiento de una treintena de astronautas en sus espectaculares instalaciones. Es evidente que no siempre tuvieron ese uso y aún hoy se está por descubrir más secretos relacionados con estos enclaves de la antigua guerra fría.