<<Un colapso económico es inevitable y vendrá de golpe sin avisar. Será mayor que el crac de 1929 y no habrá colas para recibir ayuda social, ni donativos no pensiones, ni seguridad social.
Puede que no tengas
trabajo al que ir pero, suponiendo que lo tengas, no cobrarás ni un céntimo.
Cuando llegue el desastre, nuestra sociedad se reducirá al comercio y al
trueque por un lado, y al pillaje, al canibalismo y al asesinato por
otro>>. Con tal dramatismo se expresa el analista sociológico Dave
Hodges, en la actualidad presentador del programa The common Sense Show. Sin embargo, por alarmista que pueda
parecer, se apoya en datos macroeconómicos reales, sobre todo lo relativo a las
reservas de oro y al valor del petrodolar. Recordemos que países como India,
China, Irán, Japón, Sudáfrica e incluso Australia han firmado sus propios
acuerdos de comercio y la moneda para sus transacciones ya no es el dólar. Ese
es uno de los motivos que pueden propiciar el citado derrumbe, pero hay muchos
más como la bajada espectacular del precio del crudo, creciente desmoronamiento
de la economía rusa, etc.
Cuando los precios se
desbocan en ocasiones no tarda en instalarse el caos social, generalizarse la
violencia e incluso llevar a genocidio. La historia está llena de ejemplos.
Para este prestigioso
analista, <<el derrumbe del dólar y del sistema monetario es real. El
sistema monetario internacional se derrumbó tres veces en el siglo pasado
-1914, 1929 y 1971-.
El escritor James
Rckards aconseja a los inversores que estén alerta a los indicadores y avisos
en el sendero de la economía sobre todo ahora en tiempos de pandemia. Hay al
menos siete signos que puede servirnos de guía. El primero sería el precio del
oro. << Aunque esté manipulado por los bancos centrales, cualquier
alteración en el precio del oro será una señal de que se está desintegrando el
esquema de la manipulación. Un rápido ascenso del nivel de 1,50 dólares/onza a
2,50 dólares/onza no será una burbuja, sino más bien una señal de que el pánico físico por comprar y de que
las operaciones oficiales no están produciendo el efecto amortiguador deseado.
Por el contrario, si el oro se mueve a nivel de 800 dólares/onza a algo menos,
será clara señal de deflación grave, potencialmente devastadora para los
inversores apalancados en toda clase de activos.
Además de lo anterior,
no hay que olvidar la continua adquisición de oro por parte de los bancos
centrales chinos, un claro aviso de su <<desprecio>> por el dólar y
presagio de inflación. Pero aquí no termina todo. Debemos prestar atención a
las reformas gubernamentales del Fondo Monetario Internacional (FMI), a la
reducción sostenida en Estados Unidos de la adquisición de activos japoneses,
que darán a la deflación un nuevo impulso y suprimirán los precios y
crecimientos de los activos.
Aunque en principio el
grado de interconexión financiera de China con el resto del mundo pueda
considerarse sobre todo una cuestión <<local>>>, Rickards
recuerda que <<las secuelas de tal derrumbe supondrían una reanudación de
los esfuerzos chinos para capitalizarse o incluso devaluar el yuan en los
mercados extranjeros de divisas para promover las exportaciones, crear puesto
de trabajo y restaurar la riqueza perdida en el colapso. A corto plazo, esto
resultará deflacionista, ya que los productos chinos infravalorados inundaran
de nuevo las cadenas de suministro global. A largo plazo, la deflación china se
topara con la norteamericana y la japonesa, ya que ambos países acuñan dinero
para compensar cualquier repercusión en el yen y el dólar.
Entonces la guerra de
divisas se reactivará a pesar de que nunca se había terminado>>.
Rickards nos aconseja
comprar oro, terrenos, fondos de cobertura invertidos en activos fuertes y
obras de arte: <<Es el momento de cambiar el dinero por objetos cuyo
valor no se devaluará en tiempos de crisis para las divisa mundiales.
De todas esas cosas la
que mejor ha sobrevivido a diversos avatares ha sido el oro. Y parece que va a
seguir sobreviviendo. Rickards insiste: <<Los bancos van a quebrar, la
bolsa va acerrar y se producirán otros eventos nefastos, pero ninguno tendrá
mayor impacto en el valor intrínseco de oro. El oro es el verdadero activo
libre de riesgo, hay que regresar a él>>.