Lovelock afirma que el
apocalipsis medioambiental vendrá marcado, entre otras circunstancias, por el
hecho de que Inglaterra e Irlanda desaparecerán bajo las aguas. Por eso resulta
interesante asomarnos al archivo histórico de las grandes profecías, puesto que
gran parte de las mismas coinciden en el hecho de matizar el fin de los tiempos
cuando Inglaterra acabe sumergida. ¿Casualidad? El famoso Solari Parravicini
dijo: << ¡Londres! La isla se hunde>> Edgar Cayce, considerado uno
de los mejores profetas durmientes por sus estados de trance profundo o
hipnótico, aseguró terremotos y cataclismos geológicos para este país. Y como
todos sabemos, tras los terremotos llegan los maremotos. Cayce también habló en
su día del efecto que provocará el derretimiento de los polos en la isla:
<<Un gran deshielo polar afectará a gran parte del territorio de
Inglaterra>>. Por su parte, el vidente Alois Irlmaler predijo algo
sumamente inquietante: <<Las aguas se levantarán tan altas como una
torre, luego se precipitarán. Repetidamente todo se inunda. Hay un terremoto y
la mitad de la gran isla se hundirá (…) Todo se hundirá. Hay un terremoto y la
parte sur de Inglaterra se sumerge en las aguas. Tres grandes ciudades quedarán
en ruinas: una será destruida por el agua, la segunda, tan alto será el mar,
que sólo veras las torres de las iglesias, y la tercera se desvanecerá>>.
También la gran profetiza búlgara Baba Vanga auguró que en el año 2033 el nivel
de las aguas se incrementará sensiblemente debido al derretimiento de los
polos.
En septiembre de 2014,
científicos de la Universidad de California (EEUU), realizaron un pronóstico
sobre la inversión de los polos magnéticos de la Tierra con el fin de anticipar
las desconocidas consecuencias que esto podría generar. Según han podido
averiguar dichos expertos, el campo magnético de la Tierra se está debilitando
a una velocidad diez veces mayor de lo que se creía. Así lo confirmaron los
datos de la Agencia Espacial Europea. Todavía no sabemos qué pasará cuando los
polos se inviertan, algo que ha ocurrido otras veces en la historia, la última
hace 780.000 años, según se desprende de los estudios publicados en la revista Scientific American. Una inversión
inminente podría empezar en menos de 2.000 años, pero, ¿y si el proceso se
acelera? Es difícil anticipar como influiría el cambio geomagnético en la
civilización actual, pues una de las funciones del campo magnético es proteger
a la tierra de la radiación solar. Por otro lado, es muy probable que un
fenómeno de esta clase acabase afectando a las redes eléctricas y a los
sistemas de comunicación. Algunos, como el geofísico Gary A. Glatzmaier, se
muestran optimistas, pues opinan que dentro de 1.000 años no existirán redes
eléctricas y probablemente hayamos avanzado hasta el punto de desarrollar la
tecnología necesaria para enfrentarnos a un giro magnético.