El sistema será capaz
de localizar y seguir asteroides de cinco kilómetros de diámetro 400 veces más
rápido que cualquier otro mecanismo de detección actual, lo que permitiría un
mayor margen de tiempo para interceptarlos con éxito o prepararnos para un posible
impacto.
La NASA ha aprobado
recientemente la primera fase de un sistema que protegería al planeta del
impacto de asteroides peligrosos y que, además, posibilitará la minería
espacial para la obtención de nuevos recursos.
El proyecto se llama
Sutter Ultra y está siendo desarrollado por la compañía estadounidense
TransAstra, formada por antiguos ingenieros de la NASA y el Laboratorio de
propulsión a chorro. Su objetivo fundamental es construir sistemas que permitan
la expansión de la humanidad por el sistema solar.
Sin embargo, un
requisito indispensable para completar esta odisea es que ningún asteroide u
otro cuerpo celeste impacte nuestro planeta y ponga en peligro a la raza
humana. Si bien es cierto que en la actualidad existen mecanismos que observan
y prevén los movimientos de los asteroides más grandes cercanos a la Tierra,
aún hay millones de objetos desconocidos que podrían evadir la detección y
aparecer en nuestros cielos por sorpresa.
Tal fue el caso del
meteorito de Cheliábinsk, que explotó en el espacio aéreo de Rusia en 2013
hiriendo a casi 1.500 personas y causando pérdidas en daños materiales por
varios millones de dólares. El meteorito solo tenía 17 metros de diámetro y la
explosión que provocó fue 31 veces más fuerte que la de la bomba atómica de
Hiroshima. Los expertos creen que podría haber acarreado consecuencias
devastadoras para la población de la urbe rusa si hubiese entrado a la
atmósfera desde otro ángulo.
Sutter Ultra será capaz
de localizar y seguir asteroides de cinco kilómetros de diámetro 400 veces más
rápido que cualquier otro sistema de detección actual, lo que permitiría un
mayor margen de tiempo para interceptarlos con éxito o prepararnos para un
posible impacto.
Según TransAstra, la
construcción del sistema costaría menos de 400 millones de dólares y
consistiría en tres satélites que orbitarían el sol paralelamente a nuestro
planeta. Cada satélite contendrá matrices de más de 100 telescopios de 30
centímetros cada uno, ordenados de forma tal que cubrirían un amplio campo de
visión.