La enorme cantidad de
materiales y gases, arrojados a la atmósfera a causa de la explosión de este
enorme volcán, fue entre 33 y 900 veces
mayor que la producida por el monte Pinatubo, en 1991, que ocasionó un invierno
más crudo a nivel global. El Toba, situado al norte de la isla indonesia de
Sumatra, originó tras su deflagración la actual laguna del mismo nombre, el
mayor lago volcánico del mundo. Las simulaciones realizadas por el profesor
Alan Robock, de la Universidad Rutgens de New Jersey, en Estados Unidos, y sus
colaboradores, han permitido acercarnos a la catástrofe planetaria que causó
esta enorme erupción. Además de la masiva desaparición de áreas vegetales,
debida al descenso de las temperaturas y la luz solar, y la subsiguiente
extinción de especies animales, provocó un incremento en la masa de los
casquetes polares que se prolongó durante mil años.
Por otro lado, en el
caso de los humanos, este asombroso evento habría reducido la población mundial
a alrededor de entre 10.000 y 1.000
parejas reproductoras de las que provendríamos los actuales habitantes del
planeta. La erupción del Toba provocó lo que se denomina un <<invierno
volcánico>>, similar al que conocemos como invierno nuclear, que tendría
lugar en caso que ocurriera una guerra mundial con armamento atómico. En ambos
supuestos, debido a las mismas razones, la ocultación parcial de los rayos del
sol por el polvo lanzado a la atmósfera. El Toba continúa activo en la actualidad,
al igual que otro célebre supervolcán, el estadounidense de Yellowstone. En
relación a este último, los sismólogos han advertido que su erupción provocaría
un invierno volcánico mundial, de consecuencias absolutamente devastadoras.
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